Si existe un producto de pastelería o panadería que merezca la corona de rey indiscutible, este es el croissant. Gracias a su textura crujiente por fuera y su interior alveolado, el croissant - que en francés significa “creciente” - se ha convertido en el producto icónico de la bollería.
Si bien el más popular es el croissant con cuernos, también denominado en forma de u, el original era recto, y es la forma que defienden los franceses. Según los expertos, la forma original permite que el producto, tras el horneado, quede crujiente en toda su superfície; cosa que no sucede en el croissant en forma de u.
Aunque nos hayan hecho creer que su origen es francés, la estrella de la bollería de calidad nació en Viena como creación elaborada para celebrar la victoria, en 1863, de los Habsburgs contra el Imperio Otomano (de ahí su forma de media luna) en la batalla de Viena. Se rumorea que fue María Antonieta, austríaca de nacimiento, quien acercó el croissant a la Corte Francesa.
¿Dulce o salado?
Las claves indiscutibles de este delicioso producto es su peculiar sabor, textura crujiente y delicado aroma. Pero lo que ha convertido al croissant en bestseller es su versatilidad.
Esta pieza es perfecta para consumirse a cualquier hora del día, ya sea acompañada de café o té en una cafetería o como sustituto de la comida si se combina con ingredientes salados. De la misma manera, el croissant mini es un tentempié ideal para picar entre horas.
Con relleno de crema o decoración de chocolate, este producto de pastelería artesana tan tradicional, se convierte en un dulce infalible para los paladares más dulces. En cambio, para los amantes de la bollería salada, encontramos deliciosos croissants como el Croissant de Sobrasada, el Croissant Bikini o el Croissant de Frankfurt que hacen la boca agua. Incluso para los healthy contamos con la opción del Croissant Multisemillas.
Sin duda, un elemento tan tradicional como el croissant no puede faltar en su negocio, ya que es un verdadero ganador.